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Los jóvenes desde la mirada de Rossana Reguillo

Extraído del boletín virtual de la Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador.

La Universidad Andina junto con la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER) organizaron el Seminario Internacional “América Latina en el siglo XXI: Comunicación y Poderes”. Rossana Reguillo participó como ponente en este encuentro. La antropóloga mexicana, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara y del Centro de Investigación y Estudios en Antropología Social (CIESAS), ha trabajado desde hace más de 30 años en temas como culturas urbanas, vida cotidiana, subjetividades y culturas juveniles. Estas son algunas de las preguntas que respondió

Al contrario de lo que afirman algunos teóricos y pensadores contemporáneos sobre la invisibilización del sujeto, usted sostiene que existe una emergencia de nuevos actores sociales y culturales que construyen nuevas formas de socialización, como es el caso de colectivos juveniles.
Citando a Ulrich Beck, que me parece que lo dice de una manera tan limpia y tan nítida que casi con esa formulación se contesta todo, y lo dijo hace buen rato en su libro Hijos de la libertad: “los jóvenes practican una delegación de la política altamente política”.
Cuando tienes a colectivos de jóvenes en la calle grafiteando, haciendo intervención urbana, protestando por distintas cosas, etc, lo que tienes es la expresión de un malestar que los jóvenes abordan fuertemente desde el ámbito de la cultura y no desde la política tradicional. Pero el hecho de que ellos no participen en causas políticas o partidos políticos no significa que no tengan una concepción de lo público, del valor de la colectividad. Por supuesto, todo esto hay que matizarlo, hay que anclarlo en estudios locales, hay que ver cómo se comportan distintos colectivos y agrupaciones juveniles en los distintos lugares de América Latina.

¿Cómo entender la estigmatización y este tipo de “violencia expresiva” ejercida por jóvenes en contra de otros jóvenes en instituciones educativas? Allí tenemos varios casos como lo sucedido en Estados Unidos, Alemania, Finlandia, entre otros.
Es algo muy complicado, pero pasan tres cosas: primer asunto es que estas violencias perpetradas contra otros jóvenes marcan un asunto fundamental y es la pérdida del blindaje de la escuela que se sentía a salvo como la institución garante de la seguridad. Todos estos casos que no solamente ocurren en Europa o Estados Unidos, sino en Argentina, donde recientemente un niño sacó la pistola del papá y mató a otras personas. Esto pone en crisis a la escuela porque esa violencia exterior llega a sus aulas; y eso llega al imaginario social de la mano de los medios de comunicación por tratar de encontrar los factores que desencadenan esa violencia, entonces se explica desde el consumo de drogas, escuchar música “indebida” como responsabilizando a estos factores de lo ocurrido.

La tercera es como un lavado de culpas en el sentido de que se sicologiza al sujeto que actúa. Si revisas la cobertura mediática y las opiniones de curas, expertos, sicólogos, toda la lógica es individualizar el acto, es decir, los muchachos en Columbine, Estados Unidos, el caso del estudiante japonés, entre otros, se convierten en casos patológicos aislados, entonces eso obtura la posibilidad de discutirlo como un problema social que no es un problema de los jóvenes, claro hay un ingrediente de patología que no se puede negar, pero hay dos cosas que no se pueden discutir: uno el acceso a las armas sobre todo en Estados Unidos donde es más fácil comprar una pistola que un condón, y segundo elemento, preguntarnos, ¿qué estamos haciendo como sociedad para que un joven se sienta autorizado y orillado a perpetrar un tipo de violencia como ésta? No es asunto de patologías sino un asunto que nos compete a todos como sociedad.

¿Cómo abordar este tema desde una perspectiva social y cultural?
La única manera de poder dar cuenta de la enorme diversidad que cabe en la categoría jóvenes es por medio del relato etnográfico que puede dar cuenta de que joven no es una categoría universal. No es lo mismo ser joven aymara a los 18 años en una comunidad en Bolivia que ser joven de 18 años en la ciudad de México. Es decir hay profundas diferencias que comparten de fondo la estigmatización y las enormes dificultades para producir una biografía con una cierta certeza en el futuro.

Usted manifestaba en su conferencia que para convivir con la violencia es necesario no negarla. De esta forma un desafío para la investigación en comunicación es hacer audible y visible ese malestar, esa pérdida de sentido, más allá de la espectacularización. ¿Cómo explicar la lógica de los medios?
Me preocupa mucho más lo que está aconteciendo, que de cómo se está informando. En buena parte de América Latina fuimos transitando del salto de la nota roja y la nota policial a las primeras ocho columnas, yo no creo que por perversidad mediática sino porque de hecho la violencia escapó de las páginas restringidas de la zona roja a convertirse en un relato cotidiano, del cual hay que dar cuenta. Mi crítica sería, está bien hay que informar de los asesinatos, los asaltos, las muertes, los desastres, el riesgo ambiental, la crisis económica porque son cosas que están aconteciendo, el problema es que cuando se informa de esto no se acompaña de reflexión, artículos de fondo, investigaciones pausadas que puedan poner en perspectiva esa información que está circulando, creo que ese es el problema fundamental. Entonces cuando en un periódico, o en un noticiero, lo que se hace es recitar como un rosario: 35 muertos, 44 asesinados, 20 robos de automóviles, etc, eso no se acompaña de una crítica de modelo político por eso se tiene una
percepción magnificada de la gravedad de los acontecimientos. Esto lo que hace es minar la competencia crítica de lectura y la agencia ciudadana porque si todo está tan caótico, entonces, ¿para qué intervenimos? El truco estriba en cómo hacer visible esto, pero al mismo tiempo lo que haces es acompañarlo de informaciones de fondo, opiniones encontradas. La crítica es ¿cómo salir del reporteo, el boletín oficial y construir un periodismo de información de fondo, de investigación?

Volviendo al tema de su conferencia. Usted hablaba de un vaciamiento y crisis de las instituciones en México que en este momento es ocupado por los narcos. En el caso de México, ¿cuál debería ser el papel del Estado?
Ojalá tuviera una respuesta acabada contundente a manera de plataforma política, si lo tuviera me lanzaría de diputada, mañana. En el caso de México, lo primero es el abandono del Estado de su responsabilidad social, porque mientras no inyecte millones de dólares, a manera del Plan Marshall, es decir se invierta en infraestructura, proyectos de intervención en las comunidades que han sido totalmente abandonadas a su suerte, porque no hay manera de competir con estas estructuras, no se puede hacer con voluntad. El asunto es de profunda intervención monetaria y lo segundo hay que elaborar proyectos que planteado en simple, vuelvan innecesaria la opción por la violencia, es decir, devolver a los sujetos juveniles la capacidad de construir sus biografías con la certeza de que cuentan con los soportes estructurales adecuados para imaginar su futuro.

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