Cáritas Lima: Acciones solidarias en la lucha contra la Anemia

Mi semana sin Facebook

Un adolescente de 13 años llamado Agustín, escribió un artículo para la revista Ciudad Nueva de Argentina sobre como decidió no utilizar Internet durante una semana y relata lo peor y lo mejor de esa experiencia.

Un domingo cualquiera (los domingos son matadores: mágicamente toda la tarea pendiente “cae” ese día) me di cuenta de que en varios momentos en los que había planificado hacer tareas, terminaba en Facebook. Sí: la red social había consumido gran parte de mi tiempo, era casi una adicción. Lo cierto es que es posible ganar “amigos” al incorporar contactos a partir de sus cuentas de correo electrónico y, de allí en más, la propia red se ocupará de buscar afinidades y conocidos, y les ofrecerá “solicitudes de amistad”.

El sitio Facebook (el tercero más visitado después de Google y Yahoo) comenzó como una simple moda (a muchos nos pasó) y se convirtió en algo irremplazable.
Pero me propuse estar una semana sin "Face" y me di cuenta de que hacía muy pocas cosas útiles en la red social, y que me enteraba de novedades que no me servían demasiado, del tipo: “no estoy”, “me fui a bañar”, “después vuelvo...”. Lo mejor era chatear con amigos que viven lejos (es más económico que mensajear) y ver fotos etiquetadas. El balance final es que dedicaba el 10% del tiempo a hablar con amigos de toda la vida y el resto, puro chusmerío.
Admito que fue extraño "desaparecer de internet" (para la mayoría es la suma de Facebook y Messenger), pero hoy puedo sentarme frente a la computadora sin el impulso de conectarme (al chat del MSN voy a volver porque si no el crédito del celular desaparece demasiado rápido). Pero acá estoy: pude sobrevivir.
El primer cambio notable fue que me organicé más y mejor, con todo. Cambié parte del tiempo en la compu para salir con mis amigos, no “colgarme” tanto con la escuela (voy a un colegio técnico ocho horas diarias y atrasarme significa no entender nada), escuchar música y vivir menos pendiente de "qué le está pasando" a algún contacto.

También me di cuenta de que de las cosas más importantes siempre me entero, y mejor que a través de la red (nunca falta ese amigo que te cuenta lo que no puede esperar), además de que logré hablar cara a cara con la gente (webcam, high definition y toda la tecnología no se acercan a tener al otro enfrente). En fin: me comunico mejor.
¿Escuchaste hablar alguna vez de algo vacío? Bueno, a esa expresión se parecen las relaciones virtuales. Nos comunicamos, hablamos, pero sin contenido. Por más que nos dediquemos besos y abrazos, la realidad es la realidad. Creo que tenemos "dos perfiles" o caras: uno virtual y otro real. A veces el virtual parece superador (atravieso distancias de forma gratuita, estoy con varias personas al mismo tiempo, ven sólo fotos que yo elegí, borro lo que no me gusta), pero cuando pasa a ser más importante que el real, me parece que no es sano.
Personalmente con mis amigos ahora hablo más, y no me limito al estilo de esa típica conversación de “Hola + Todo bien? + Nada + Nada + Chau”. Estoy más organizado. Me gusta el cambio.
Creo que no hace falta dejar de entrar sino que lo mejor es medir el uso de la red. Ser conscientes de lo que vale el tiempo que tenemos y qué podríamos estar haciendo en el mundo real ya es un punto de partida para tomar conciencia y “bajar a la Tierra”.

Extraído de: http://www.ciudadnueva.org.ar/revista_articulo.php?id=552
Imágenes extraídas:
1http://facebooknoticias.abinternetnetwor.netdna-cdn.com/wp-content/uploads/2009/06/marketing-facebook.jpg
2http://www.tecnicaseo.com/wp-content/uploads/2009/04/facebook_1356306c.jpg

Comentarios