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El arte y el adolescente infractor


La especie humana, desde sus inicios, tuvo el arte como una actividad que permite cristalizar sentimientos, sensaciones, emociones y pensamientos guardados en lo más íntimo de nuestro ser. Sea como artistas o espectadores, hacemos del arte una manifestación inherente al ser humano que, al ser compartida, permite revelar algo latente o reprimido dentro de nosotros mismos de una forma hermosa, tan solo por ser humana. 
El arte no sólo es un calmante de la presión de tantos estratos acumulados por el inconsciente; el arte es liberador, un propulsor de la expresión simbólica más potente que podamos tener; aparece mágicamente lleno de esa expresión cargada de nuestros rollos ocultos, maravillosamente humano. La creación artística guarda relación directa con nuestros dolores profundos y heridas no cerradas. El arte nos habla de nosotros: no hay escapatoria, el inconsciente se revela a través del arte sin que podamos impedirlo. El arte es el lenguaje del inconsciente y, por serlo, es contundente: está impregnado de nosotros. 

¿Puede ayudar el arte a los adolescentes infractores? Imaginemos el inconsciente de estos chicos. ¿Cuáles serán sus sentimientos, sus emociones acumuladas y reprimidas? ¿Cuáles, sus sueños, sus deseos reprimidos, sus experiencias traumáticas? ¿Sus vacíos, carencias y creencias? Los contextos vitales de estos adolescentes son ásperos, adversos, áridos; están cargados de estrés cotidiano. Adentrándonos un poco más, encontraremos climas familiares agresivos, excesivamente tensos, donde la impulsividad es pan de cada día, con ausencia de padres o, en general, de adultos como referentes positivos; climas depresivos con familiares enfermos o inactivos que no saben enfrentarse a un problema sino es con violencia e impaciencia,o con algún tipo de adicción para evadirlos; un patrón de crianza autoritario e intolerante, o tal vez permisivo y sin límites, con presencia de antivalores, donde cuesta tomar consciencia de las consecuencias de los propios actos, donde priman los propios deseos y el respeto al otro casi no existe. 

Creemos que el arte tiene en ellos el mejor terreno para emerger transformando lo difícil, lo complejo, lo doloroso; donde rasgar es necesario para crear, donde golpear es necesario para sonar, donde cortar es necesario para dar forma, donde apuntar es necesario para trazar una línea o curva con un tono o color, donde gritar deja de asustar y se transforma en una melodía, donde las palabras fuertes se transforman en poesía, donde la experiencia de vida puede expresarse en forma de canción, los pensamientos convertirse en ficción narrada, los cuerpos –ágiles para escapar o agredir– adiestrarse como cuerpos flexibles para bailar sus sueños, sus deseos, y mostrar su equilibrio y control en movimientos corporales a través de la danza, donde se puede morir o matar mil veces la propia historia para recrearla y volver a nacer. El arte les devuelve un producto creado por ellos mismos, algo valioso que expresa la forma más hermosa de ser ellos mismos. 

El arte se convierte en un aire nuevo que les permite refrescarse y liberarse de la pesada mochila de su vida, con el alivio de revelarles sus recursos escondidos. Opera de modo paralelo a su capacidad de resiliencia para salir fortalecidos de manera positiva de su contexto adverso, transformándolo. Así como el deporte sublima impulsos agresivos o dañinos en autoexigencia y disciplina que nos hace trabajar en grupo, el arte es una alternativa válida y necesaria en la vida de los adolescentes, capaz de transformar su realidad en una más aceptable, más suya. El arte tiene la capacidad de soportar el más atribulado mundo interno y devolverlo expresado en mil colores y formas, posible ahora de apreciarlo sin miedo, descargando y ordenando de a pocos ese cargado inconsciente, haciéndolo más soportable y capaz de poderse expresar sin censura, sin defensa, descubriendo nuestra nuestras zonas de sombras en zonas claras y ahora habitables, soportables.

Patricia Altuna Moreno
Psicóloga social, magister en terapias de artes expresivas

Artículo extraído del Boletín Nº3 de Justicia Juvenil Restaurativo, promovido por Encuentros Casa de la Juventud y la Fundación Terre des hommes-Lausanne.

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