Controlar la hora de llegada de los adolescentes: ¿es un método realmente necesario?


La rebeldía surge en la pubertad -es decir, entre los 12 y 14 años- como un mecanismo de defensa de una personalidad insegura en busca de la autoafirmación, estableció Gerardo Castillo Ceballos, Profesor emérito de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra. Como padres, es fundamental tener en cuenta que es una actitud normal durante este período, tanto como en la adolescencia, más sí tenemos que adaptar ciertos límites para que esta no se salga de control.

El Comercio conversó con dos especialistas para analizar uno de los métodos más utilizados para establecer límites en hogares con púberes y adolescentes: la hora de llegada. 

“Durante la pubertad y la adolescencia, los chicos todavía se dejan llevar más por su lado emocional que por el racional. Por ende, la única manera de evitar que se cometan menos malas decisiones es orientarlos como adultos de confianza”, indicó Karina Otoya, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).

¿Realmente es necesario establecer una hora de llegada en casa?

Carmen Bravo de Rueda, psicóloga de la Clínica Ricardo Palma, resaltó que desde niños deben acostumbrarse a ciertas normas familiares. “Hay familias donde, por ejemplo, los hijos saben que tienen que estar en casa para la hora de la cena. Si desde ese momento empiezan los límites para estar en la calle o con los amigos, los niños se acostumbrarán a ciertos límites en casa”, especificó.

Otoya afirmó que sí es necesaria una hora de llegada a casa para los chicos. “Sobre todo, lo importante es establecer un margen de llegada. Tal vez, no doce en punto, pero pueden instaurar un rango entre las 00:00 y las 00:30, dependiendo de la cultura de la familia”, aclaró.

“Como padres, debemos tener presente de que, entre los 13 y 18 años, aún son adolescentes y dependen de nosotros. Un adolescente aún no es autónomo ni independiente económicamente, por lo que debe ser consciente de que cuenta con distintas reglas y obligaciones, dentro de las que se encuentra el horario límite. En esta etapa, los chicos aún no se autorregulan, son más arriesgados, están más expuestos a riesgos y no tienen aún mucho criterio en sus decisiones. Por ende, limitarlos es una forma de regularlos y protegerlos”, recalcó la experta de la UPC.

Según Bravo de Rueda, la hora límite es necesaria incluso cuando el adolescente haga reuniones o fiestas en casa. “La hora límite se tiene que acordar en el momento en el que se le brinda el permiso para utilizar la casa. No obstante, la flexibilidad también debe ser importante, pero hay que tener cuidado con ella, pues los chicos están viendo hasta dónde pueden llegar”, enfatizó.

Fuente: El Comercio

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